lunes, 7 de junio de 2010

Teoría de la mente e intersubjetividad
Como ser social, el hombre utiliza diariamente múltiples herramientas comunicativas que le permiten una interacción efectiva con los demás. Estas no solo consideran lo proxémico, kinésico y paraverbal, sino también implican habilidades superiores que involucran procesos mentales más elaborados. Gran parte de la eficacia de la comunicación se debe a su facultad para desarrollar estas habilidades, entre las que encontramos la intersubjetividad y la teoría de mente, las cuales son fundamentales para la constitución del ser humano como tal (Rizo, 2010). Estas últimas, no solo son esenciales para la comunicación, sino también para entender a los demás y a uno mismo; sin estas, las actividades cotidianas del hombre carecerían de sentido (Rivière y Nuñez, 1995).
1. INTERSUBJETIVIDAD
Según Perinat (2007) se entiende como Intersubjetividad a la facultad de los seres humanos para inferir estados mentales de los demás interlocutores o comunicantes. Esto permite que el sujeto se ponga en el lugar del otro logrando un mutuo entendimiento, denominado sentido común. Esta capacidad de inferencia es innata y se desarrolla de manera independiente al lenguaje.
Trevarthen (citado en Perinat, 2007) propone dos niveles de intersubjetividad. En el primer nivel, denominado nivel primario, el bebé presenta un notorio interés por el rostro de los humanos que lo rodean, quienes utilizan un tono de voz particular y expresiones faciales determinadas para comunicarse con él. Existe una gran probabilidad de que los neonatos, junto con mantener una atención sostenida, presenten respuestas que involucren movimientos, risas y otras expresiones frente a estos estímulos.
A esta serie de secuencias se le denomina comunicación rudimentaria, la cual es efectuada por el bebé y por el adulto, manifestándose de forma coordinada y alternada. Estas secuencias son solo la primera instancia de una serie de procesos que se irán incorporando a medida que el bebé crece.
Es recién a los 9 meses de edad cuando se produce un cambio en la mecánica antes presentada. Este cambio radica en que el niño ya no solo centra su atención en las personas sino que también descubre los objetos y comienza a ver al adulto como un medio para conseguir algún fin, es decir, “objeto y persona son susceptibles a fundirse en un esquema único” (Perinat, 2007, p.187) lo que constituye el nivel secundario de intersubjetividad.


2. Teoría de la mente
Uno de los grados que se estudian a nivel de intersubjetividad es la Teoría de la mente. Es de suma importancia reconocer este concepto no como una teoría propiamente tal (pues esta no pretende ‘explicar’ la mente), sino como un subsistema cognitivo dedicado a atribuir, inferir, predecir y comprender estados mentales (Rivière, 2002).
En general, se entiende como teoría de la mente “la capacidad de comprender el propósito o intención del otro, de atribuir estados mentales a otros, [que] implica la posesión de una habilidad meta-representacional compleja” (Rivière, 2002, p. 144). Esta capacidad permite al ser humano adaptarse a determinadas situaciones, actuar estratégicamente e inferir el pensamiento y la reacción de sus pares. Es en este contexto donde se pueden activar o violar las máximas de comunicación propuestas por Grice (1975), distinguiéndose habilidades como mentir o ser irónico, las cuales constituyen herramientas comunicacionales de uso frecuente dentro de la especie.
La capacidad que posee el hombre para saber que tiene una mente y de atribuir este fenómeno a los demás, evidencia que este no solo posee una habilidad mental, sino también mentalista (Rivière, 2002). Estas competencias, como la capacidad de utilizar conceptos como ‘creencia’, ‘deseo’ y ‘pensamiento’, son fundamentales para desarrollar una correcta teoría de la mente.
Se han realizado múltiples investigaciones sobre esta capacidad mentalista, obteniéndose herramientas de medición como las pruebas de falsas creencias tal como La prueba de Ann y Sally y La tarea de Smarties; pruebas de niveles de conocimiento, tareas de identificación e interpretación de estados emocionales propios y ajenos en fotografías e historias narrativas. destacándose en los últimos años la implementación de instrumentos para medir repercusiones de toma de perspectiva como la empatía (Martín, Gómez-Becerra, Chávez-Brown y Greer, 2006).
Si bien es posible evidenciar comunicación ostensiva en niños de 2 años, los resultados de estos estudios reflejan que esta capacidad meta-representacional (que ya no solo implica el uso de meta-representaciones, sino también pensar sobre meta-representaciones) es observable a partir de los 4-5 años (Rivière, 2002).
Es importante destacar que, pese a que la mayoría de las pruebas sobre teoría de la mente se basan en un contexto de engaño, una de las principales funciones de ésta es la cooperación comunicativa, la cual permite una mayor eficacia en los procesos comunicativos dentro de las interacciones humanas (Rivière).

3. TRASTORNOS RELACIONADOS CON LA TEORÍA DE LA MENTE
Cuando la teoría de la mente se ve mermada, la persona en cuestión presenta dificultades para desenvolverse en la sociedad. Al evidenciarse este tipo de irregularidades en la comunicación, casos como el autismo o el síndrome de Asperger son característicos al observarse “problemas como el empleo del tiempo libre, la falta de ocupaciones funcionales o el apego excesivo a intereses restringidos [los que] constituyen manifestaciones de esta dificultad para dar sentido” (Valdez, 2005, p. 4).
El psiquiatra austriaco Leo Kanner, fue el primero en hablar sobre el autismo. En su publicación Trastornos Autistas del Contacto Afectivo (1943) describe a 11 niños que presentan trastornos en tres áreas del funcionamiento psíquico 1) problemas en la interacción social y tendencia al aislamiento, retraimiento o soledad; 2) alteración en las capacidades comunicativas, con inhibición o carencia total de lenguaje, tanto expresivo como comprensivo y; 3) conductas patológicas y disruptivas, y afán por conservar inmutable el entorno (citado en Irarrázaval, Brokering y Murillo, 2005). Los trastornos en estas áreas se inician antes de los 30 meses, y no son producto de enfermedades progresivas, trastornos epilépticos, déficit sensorial, cognitivos globales o deprivación afectiva o social (Quijada, 2008).
Rimland (citado en Álvarez, 1996) define a las personas autistas como aquellas que tienen una obsesión con los objetos inanimados, ejecutan actos repetitivos y muestran un claro desajuste social. Esta “(…) grave alteración de la conducta interpersonal y comunicativa de los autistas puede entenderse mejor si se les otorga la carencia de una teoría de la mente” (Rivière, Núñez, 2002, p. 46).
Baron-Cohen, Leslie y Frith (citado en Rivière y Castellanos, 2003) en sus estudios respecto a la relación entre Autismo y teoría de la mente pretenden demostrar que los niños autistas carecen completamente de esta facultad. Sin embargo, en una posterior replicación del experimento se concluye que “el niño autista sí puede llegar a resolver las tareas de teoría de la mente posiblemente por un camino mucho más complicado que el del niño normal, llega más tarde, cuando su edad mental es más alta.”(Rivière y Castellanos, 2003, p. 163)

Asperger
El Síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo mental. Los sujetos con Asperger presentan anormalidades similares a las que presentan las personas autistas (problemas para resolver las tareas de la teoría de la mente, alteración en la interacción social recíproca y un peculiar patrón de conductas e intereses) con la diferencia que en los primeros no existe retraso del lenguaje o del desarrollo cognitivo. Se desconoce su etiología y se han postulado como posibles causas factores genéticos, metabólicos, infecciosos y ambientales (Pacheco, Sandoval, Torrealba, 2008)
Para el caso del Síndrome de Asperger, Valdez plantea que el fallo de las competencias mentalistas se encuentra vinculado con:
· Dificultades para relacionarse con iguales.
· Falta de sensibilidad a las señales sociales.
· Alteraciones de las pautas de relación expresiva no verbal.
· Falta de reciprocidad emocional.
· Dificultades para comprender intenciones ajenas y especialmente “dobles intenciones”.
· Dificultades para interpretar enunciados no literales o con doble sentido.
· Limitación importante en la capacidad de adaptar las conductas sociales a los contextos de relación.
· Dificultades para saber “de qué conversar” con otras personas.
· Dificultades para producir emisiones relevantes a las situaciones y los estados mentales de los interlocutores.
(Valdez, 2005, p. 2)

La memoria autobiográfica entra a jugar un papel clave en la comprensión de características propias de individuos con Asperger, ya que ésta requiere el desarrollo de competencias representacionales no solo de imágenes o de un episodio experimentado, sino también sobre estados mentales y concepciones de futuro (Valdez).

Síndrome de Down
El síndrome de Down es la más frecuente aneuploidía cromosómica detectada en humanos, y también la primera causa genética de retardo mental en el mundo (Viñas, Vega, Zaldívar, Rodríguez, Lantigua; 1999)
En relación a la teoría de la mente, actualmente son muy escasos los trabajos experimentales dedicados al estudio de las competencias de esta facultad en esta población, y parece existir un consenso entre los investigadores a favor de que la adquisición de ésta en niños con Síndrome de Down sigue el desarrollo que cabría esperar en función de la edad mental (Rivière y Castellanos, 2003).

Menciono el juicio más establecido sobre la teoría de la mente en diversos autores y doy cuenta de futuras investigaciones que se prevén en los textos.

Fundamental para el desarrollo social normal de la persona
En consecuencia, el adecuado desarrollo de la Intersubjetividad y la teoría de la mente es una capacidad propia de los seres humanos, permitiendo al individuo desenvolverse plenamente como ser social. La Intersubjetividad es el marco donde se desarrolla toda relación entre individuos, por lo tanto siempre que hay interacción está presente (Rizo, 2010).Los casos que presentan trastornos de la teoría de la mente tienen problemas para insertarse en la corriente de la comunicación humana y los gestos o expresiones de los demás pierden completamente su relevancia (Rivière, Sarriá y Núñez; 2002),